miércoles, 24 de marzo de 2010

Buena pieza, mal mensaje






Esta pieza publicitaria, a juicio del autor de este blog, es interesante por recurrir a un montaje no convencional que llama la atención de los transeúntes del metro de inmediato, debido al elemento sorpresa, por la selección del lugar de colocación. Sin embargo, el mensaje que aparece en la valla de la pared no llega; el copy dice, textualmente: "Our potatoes are closer than you may think"... Y uno pudiera preguntar, "Who cares?" ¿A quién le importa realmente si las papas o patatas fueron sembradas en una gran hacienda, en un invernadero o en la casa de al lado? ¿Quiere decir, que las papas o patatas fueron cultivadas cerca del subterráneo? ¡Qué asco! Este mensaje carece totalmente de relevancia para el consumidor. Un mensaje más adecuado, hubiera sido: "Lays: siempre frescas, siempre en todas partes". Algo tan sencillo, ¿no puede pensarlo un creativo de una agencia publicitaria? ¿Dónde quedó el consumidor en este caso? Por fuera, desde luego...

E incluso, sin exprimirse el cerebro, hubiera sido preferible colocar simplemente "Lays". El que mucho habla, mucho yerra. Cuando no se le ocurra nada bueno que decir, lo mejor es no decir nada (esto es filosofía de avanzada...).

Lástima por la valla, que echa a perder la creatividad del artista que se le ocurrió colocar las papas saliendo del techo del subterráneo. Esto demuestra que un mal mensaje puede arruinar la campaña que se está montando, porque en ocasiones se olvida qué es realmente relevante para un consumidor.

La última frontera: AUDI









Una escultura de gran formato para exteriores que al mismo tiempo es una pieza publicitaria. El concepto de esta escultura fue obra del artista Gerry Judah. El peso de la pieza es de 44 toneladas y mide 32 metros de altura. Fue una obra para conmemorar el centenario de Audi en el Festival Goodwood de la Velocidad en el año 2009, patrocinado por esta empresa. La pieza es una representación de los logros de Audi en materia de automóviles deportivos; recuerda justamente a un tramo de las pistas de carreras que se vendían en las tiendas de juguetes hace varias décadas. En cuanto al mensaje publicitario, es ascensional: permite que el conductor sueñe con alcanzar nuevas fronteras, el automóvil convertido en un cohete, para llegar al espacio, "la última frontera", como decía el Intro de Star Trek.

Una obra hecha para impresionar a los asistentes e incluso a la competencia, al mismo tiempo escultura y publicidad. Así como no existen límites para este tramo de pistas de carreras (dejando el resto del recorrido a la imaginación del espectador), tampoco existen desde el siglo XX límites en la interconexión entre arte y publicidad: Andy Warhol lo demostró en infinidad de ocasiones con su sopa de tomate Campbell; Roy Lichtenstein también lo demostró llevando a sus cuadros a los personajes de Disney. La mejor demostración de que arte y publicidad pueden ser dos caras de la misma moneda.