El papel higiénico nunca puede
pasar de moda (al menos en Venezuela, todos los días se habla de él, por su
ausencia casi total en los anaqueles de los supermercados). Por ello, decidí
colocar este comercial producido por la Agencia Leo Burnett de París, Francia, que
ha sido ampliamente difundido en las redes sociales, realizado para la empresa fabricante
del papel higiénico Le Trefle. Es un comercial interesante, porque va mucho más
allá de la situación tan simple e hilarante que presenta, un ejecutivo que
presume de su gadget tecnológico (un IPad, en este caso) frente a su esposa,
burlándose del libro impreso, del lápiz y el papel, para terminar siendo
burlado por su propia tecnología moderna. ¿La conclusión inevitable? Somos humanos y tenemos necesidades humanas, que no pueden ser cubiertas por ningún aparato electrónico de moda.
Es un comercial que nos hace
pensar sobre el uso y el abuso de la tecnología. La tecnología nos une, pero
también nos separa. Los jóvenes de ahora, en muchas ocasiones, parecen
zombies dependientes de los teléfonos inteligentes y de aplicaciones como
Whatsapp. Crean redes, se unen entre ellos, pero transitan con una indiferencia
total entre todas las personas que les rodean, entre las personas que se
sientan con ellos en los autobuses, en el Metro, entre sus propios familiares y
entre sus compañeros de trabajo, e incluso van al cine y no pueden
desconectarse de la tecnología.
¿Se imaginan un apagón tecnológico?
¿Un día sin conexión celular o sin Internet? ¿Qué haríamos en ese día? ¿Y si
durara una semana, un mes, un año? Quizás descubriríamos a nuestra familia, a
nuestros amigos, a quienes tenemos alrededor, a quienes quizás no les demos
importancia por estar demasiado concentrados conversando con gente a
la que quizás ni siquiera le importemos mucho. La tecnología nos permite
ahorrar tiempo mediante Bancos virtuales, compras virtuales, correos
electrónicos, perfiles en Internet, almacenamiento en la nube, etc., pero
también nos reclama en pago el poco tiempo libre que nos queda. Como cualquier
actividad realizada en exceso, el interés por la tecnología puede convertirse en una adicción. Al final, la
tecnología no puede remplazar la riqueza del contacto humano, aunque pueda
crear androides casi humanos.
Ojalá que un día comprendamos que la
tecnología debe estar a nuestro servicio y no para que nosotros estemos al
servicio de la tecnología; debe servir
para unirnos y no para separarnos, debe servir para la paz, para la cultura y
para el entendimiento y no para la guerra y el enfrentamiento.
Que pasen una feliz semana todos
los lectores y que Dios los bendiga a todos, a los que están cerca y a los que están lejos.