miércoles, 13 de abril de 2011

Una bomba de chicle muy, pero muy grande: publicidad para los chicles Big Bloom



Esto pieza de publicidad ambiental ha aparecido desde hace algunos días en infinidad de blogs, pero creo que vale la pena comentarla por la originalidad del concepto. Para vender chicles bomba, ¿cómo llamar la atención del mercado, cuando existe tanta publicidad convencional? Pues con la idea que tuvo la Agencia McCann Worldgroup de Bangkok, Tailandia, para el chicle bomba Big Bloom: colocando un maniquí de un niño sujeto por la boca a un globo con forma de bomba rosada de chicle, y luego colocarlo en lugares estratégicos de la capital tailandesa, como en parques, las afueras de los automercado y en exhibiciones de automóviles.

¿Cuál es el mensaje que se le transmite a los infantes? Pues que masticando este chicle pueden alcanzar sus fantasías, en particular, la fantasía de despegarse del suelo por medios propios... Los niños y algunos no tan niños disfrutan enormemente de hacer la "bomba" de chicle más grande, lo cual se convierte muchas veces en motivo de competencia entre varios niños y en una razón de orgullo para el ganador, aunque luego le quede la cara recubierta de una película cauchosa de color, cuando finalmente estalla la "bomba"... ¿Qué niño se negaría a comer un chicle que lo haga "volar" y le permita crear bombas gigantes? Creo que ninguno.

Sin embargo, pese a que esto es simplemente publicidad, una campaña así puede ser considerada en algunos países como "publicidad engañosa", por dos motivos fundamentales: la propuesta exagerada de los beneficios del producto (les suena a algo la frase ¡Red Bull te da aaaaalas!) y que se trata de una publicidad dirigida esencialmente hacia los niños, que se supone que son los consumidores más indefensos que existen, por lo cual puede llegar a considerarse una "manipulación" de menores de edad.