Excelente idea la de utilizar estas etiquetas gigantes tanto a ambos lados de las paredes como en el propio piso de la estación para simular una inundación en la estación Cantagalo, del Metro de Rio de Janeiro, con el objeto de promocionar la película apocalíptica 2012, del director Roland Emmerich. La agencia creativa fue Espaço/Z, de Rio de Janeiro. Una campaña que juega con el amor al miedo que ha exportado la sociedad americana a través de todas sus películas apocalípticas. Hace que el pasajero sienta una ligera angustia despertando las conductas del "fight or flight", aunque realmente poco se puede luchar contra las fuerzas de la naturaleza, por lo que la conducta que nace es realmente la de huir, la de escapar del lugar antes de que la publicidad se vuelva real y comience a inundar los andenes y los vagones del Metro...
Las mayores fuerzas que conoce (y que desconoce) el hombre son las fuerzas de la naturaleza. El calor de los océanos, los vientos y la rotación de la tierra producen huracanes y ciclones altamente destructivos. Una lluvia intensa y continua es capaz de mover rocas gigantes de varias toneladas produciendo deslaves masivos que arrasan con pueblos y ciudades. El fuego descontrolado puede arrasar con incontables hectáreas de vegetación en varias horas, mientras el humo nos asfixia (este bloguero vivió la experiencia muy de cerca, cuando el fuego casi alcanzó las torres en las que vive...). Un terremoto como los recientes de Haití y Chile causan innumerables daños y tragedias y afectan transitoriamente la economía de un país. Que conste que solamente estamos mencionando las fuerzas presentes en el Planeta Tierra. Si vamos más allá, tenemos estrellas tan grandes y potentes que hacen ver enano a nuestro Sol, estrellas de neutrones, agujeros negros, cometas, meteoritos, etc... Más que las leyendas mayas, las profecías de Nostradamus, las leyendas orientales, etc., tenemos que comprender que no podemos someter ni dominar las fuerzas de la naturaleza. Hemos creído que nuestra superioridad tecnológica nos da la autoridad para imponernos a ella. Más bien, debemos ser humildes y reconocer, como principiantes, que apenas conocemos una pequeña porción de las leyes que la rigen, y que tenemos que continuar aprendiendo cómo funciona, con el objeto de estar preparados ante cualquier contingencia que se presente.
