domingo, 22 de enero de 2012

Metro de Madrid, la campaña de la polémica: más por menos, o menos de todo



Como ya dije en el penúltimo post, estuve en Madrid gran parte del mes de Diciembre. Pese a mi intento de mantenerme en la superficie a punta de taxis y de largas caminatas, entre el frío madrileño y la rapidez con la que se gastan los euros en taxi, no tuve más remedio que tomar el Metro durante las dos últimas semanas de estadía.

Llevaba al menos 8 años sin ir a Madrid. A pesar de las excelentes vías de comunicación subterráneas para automóviles que se construyeron en la gestión del alcalde Alberto Ruiz-Gallardón (actual Ministro de Justicia), miles y miles de madrileños usan el Metro a diario. Lo primero que me impresionó fueron las 12 líneas que surcan prácticamente un extremo a otro de la ciudad, con todas las conexiones a los trenes de cercanías para las ciudades satélites, que en realidad, por el crecimiento urbano, hoy son parte del mismo Madrid. La gran mayoría de los vagones en los que me subí (bastantes), están bien cuidados, excepto alguna gamberrada de los desadaptados sociales que existen en todas las ciudades. El Metro de Madrid es hoy una experiencia intercultural: en algunos vagones, ya no se escucha hablar español... El fenómeno migratorio ha convertido a Madrid en una metrópolis cosmopolita, y lo quieran o no los madrileños, se impone la tolerancia y la aceptación de estas culturas diferentes. Latinos (en especial ecuatorianos), subsaharianos, magrebíes (marroquíes, argelinos), rumanos, chinos, turistas europeos (ingleses, portugueses, italianos), todos toman el Metro bien sea por trabajo, para acudir a actividades de ocio o para visitar lugares turísticos, que a Madrid bien le sobran.

Es cierto que el Metro está bastante limpio (excepto quizás por algún aroma cloacal que se percibe en las estaciones más antiguas de la línea 1...) y que la gran mayoría de las máquinas expendedoras de tickets que utilicé funcionaron bien, pero sí hubo un fenómeno que no me gustó para nada. Se trata de personas en situación de crisis económica que entran TODO EL TIEMPO a solicitar ayuda en los vagones del Metro, bien sea a cantar, a tocar algún instrumento, a vender algo o simplemente a solicitar dinero a través de alguna historia conmovedora. Y no falta nunca alguna "gitana" o anciana "pelmaza" que se haga pasar como tal en alguna estación, que le quitará 40 euros por leerle las manos contra su voluntad y se le pegará como un chicle si no se los paga...

Cierto es que uno de cada cuatro españoles, en la actualidad (2012), es víctima del desempleo, pero es que la abundancia de estos sujetos hace que la experiencia diría yo, hasta agradable, de tomar el Metro y de evitar el tráfico y los semáforos de la superficie, hacen que uno incluso tenga que salir del vagón "torturado" por la canción de una señora que no sabe cantar y carga su amplificador con altavoz portátil por todos los vagones del Metro.

Recuerdo la primera vez que fui a Madrid, en los 70. Recuerdo con claridad la cantidad de buhoneros en los pasillos de las estaciones, la suciedad de estos corredores, los boletos lanzados por doquier... Luego, fue la presencia en las afueras de las estaciones, en las décadas siguientes. Hoy en día, que se ha logrado mantener un servicio de calidad, da lástima que no se haya logrado controlar este "mercado" adentro de los vagones del Metro.

¿Que soy miserable? No, señor, soy el primero que siempre trato de colaborar cuando veo a alguien con impedimentos físicos o económicos, incluso con los músicos y mimos que se colocan en Madrid en las afueras del Palacio Real y en los alrededores de Sol. Pero adentro de los vagones, la historia debería ser otra: tranquilidad y seguridad para los usuarios. ¿Qué otra cosa me llamó la atención? Pues que sí hay bastantes guardias de seguridad en las estaciones, pero el personal "Metro" como tal, ha desaparecido físicamente. Quizás estén hoy en día al frente de las cámaras de seguridad en esta sociedad panóptica del siglo XXI, lugar mejor para trabajar que el trajín de los corredores y las escaleras mecánicas, donde se ha reemplazado al trabajador por máquinas dispensadoras de boletos, que no tienen que sonreír ni explicar nada, pero que al mismo tiempo son frías e insensibles. Así, los guardias de seguridad se han convertido al mismo tiempo en "guías del Metro", dada la ausencia de empleados en las estaciones que den la cara al público. Hay paro, ¿por qué no contratar más gente para atender a los usuarios del Metro? Y me imagino que ahora será más difícil, con el recorte sustancial que ha propuesto el nuevo presidente, Mariano Rajoy, en el gasto público.

Sin embargo, cabe destacar que esta campaña publicitaria ha levantado bastante polvareda en Internet, por la "roncha" que tienen algunos usuarios descontentos, me imagino que debido a algunas de las causas colocadas en este blog, ya que han aparecido estos carteles con los sueldos mínimos escritos en marcador al lado de las tarifas del Metro en las diferentes capitales europeas... Y se explica así por qué el Metro de Madrid es "Menos de Todo", para estos usuarios descontentos... Así, ha salido este afiche por la red, que habla por sí solo y que, a través de la página web actuable.es, pues sugiere que la publicidad actual del Metro de Madrid es publicidad engañosa, y exige que se actúe contra ella... Este es el poder de la web 2.0, definitivamente.



¿Más por menos? Pues depende de a quién le pregunte... Yo no deseo entrar en la polémica, ya que a mí me pareció que brinda un servicio moderno, eficiente, bastante seguro y rápido, pero que necesita controlar lo que ocurre adentro de los vagones para que no se deteriore la experiencia de los usuarios, en especial colocando personal "físicamente" en las áreas de los andenes.

http://cdn.merca20.com/wp-content/uploads/2012/01/CartelMaspormenosBilletesencillo.jpg

http://www.elmundo.es/elmundo/2012/01/03/madrid/1325596221.html

http://actuable.es/peticiones/que-autocontrol-califique-campana-del-metro-madrid-como