Tal como aparece en el título de
este blog, uno de los temas de interés de este autor es el análisis del
fenómeno comunicacional. En esta
oportunidad, me voy a referir a la religión católica y a la comunicación
Iglesia-feligresía.
He asistido a Iglesias en Caracas
en las cuales prácticamente no hay fieles. Hay más bancos y asientos vacíos que
asientos llenos. Hay escasez de sacerdotes y religiosos e incluso, han llegado
sacerdotes de otras tierras a Venezuela. Pero así como existen iglesias vacías,
existen iglesias llenas, tan llenas que en las horas pico, están a reventar y
mucha gente debe escuchar de pie la Palabra de Dios. ¿A qué se debe este
fenómeno?
Quizás uno pudiera argumentar, en
primer lugar, que Dios nos hace falta en este país tan convulsionado en el que
vivimos, en el que algún día nos despertamos con ganas de no levantarnos de la
cama. Si le añadimos al escenario que todos tenemos nuestras crisis personales
de mayor o menor importancia, pues quizás se pudiera comprender por qué se
llenan las Iglesias. Pero entonces, todas las Iglesias deberían estar llenas de
gente buscando a Dios, para pedirle favores o para agradecérselos, en el mejor
de los casos. Y esto no ocurre siempre. ¿Cuál es la diferencia entonces?
Aunque los sacerdotes quieran
pecar de falsa modestia, no se puede negar el importantísimo papel de estos religiosos
para atraer a la feligresía a la Iglesia. Algunos pocos han comprendido que la
gente va a la Iglesia a encontrarse con DIOS. El MENSAJE de la Biblia es un
mensaje de AMOR, de INCLUSIÓN, de PERDÓN, de RESURRECCIÓN, sobre todo, repito,
de RESURRECCIÓN. Algunos sacerdotes han llegado a comprender esto, pero yo
diría que son pocos los que han comprendido que CRISTO ya no está en la CRUZ.
La religión católica se diferencia de las otras dos grandes religiones
monoteístas (el judaísmo y el Islam) en la creencia en un profeta que es a la
vez hijo de DIOS, que fue crucificado y RESUCITÓ al tercer día. La aceptación
de la RESURRECCIÓN de CRISTO es lo único que da sentido a la vida de un
católico.
Algunos filósofos y sociólogos
del siglo XX y XXI alegan que la posmodernidad ha creado una religión cómoda,
una religión “espectáculo” en la cual los sacerdotes deben recrear el espíritu
de la “fiesta”, de celebración, de alegría, para convocar a los feligreses, si
es que desean retenerlos para que no se vayan a otras religiones alternativas,
como el budismo, por ejemplo. Pero, ¿es que acaso la RESURRECCIÓN de CRISTO no
debe ser motivo de CELEBRACIÓN? ¿Por qué centrarse en la MUERTE, que en nuestra
dimensión humana es el FINAL aparente de TODO?
La foto pertenece a la parte
trasera del altar de la Iglesia de Los Castores en el pueblo de San Antonio de
Los Altos, cercano a Caracas, Parroquia de La Sagrada Familia. Yo pienso que
esta es la VERDADERA IMAGEN del CRISTO que todos queremos ver. Un CRISTO
RESUCITADO, VICTORIOSO sobre la MUERTE, que sea COHERENTE con el MENSAJE que
contiene la BIBLIA y que es la base de toda la religión católica. Pero en la
mayoría de las iglesias católicas en todo el mundo, CRISTO sigue en la CRUZ por
nuestros PECADOS y pareciera que nunca resucitó.
Admito que quizás en una época la
Iglesia tuvo que recurrir al MIEDO y al TEMOR para atraer feligreses. “La ira
de Dios los castigará si actúan de una u otra manera”, ese era el mensaje de
otros siglos (lamentablemente, aún perdura en algunos lugares del Globo). Pero…
¿No es que Dios es AMOR? ¿No creemos en un DIOS MISERICORDIOSO? ¿Entonces? No
es necesario ser muy inteligente para evidenciar que existe acá un mensaje
contradictorio. ¿Un Dios iracundo? ¿Un Dios vengativo, que nos “pasa factura”?
Este no es el Dios en el que quiero creer.
El otro mensaje es “El FIN DE LOS
TIEMPOS ESTÁ CERCA, ARREPIÉNTETE”. Algunas personas intentan alegar que ya las
señales del fin de los tiempos del que habla Cristo están cerca: el poderío
nuclear, enfermedades como el SIDA, asteroides que pasan cerca de La Tierra,
etc. Este suele ser el mensaje de algunos grupos religiosos que buscan el mismo
efecto que describo en los párrafos anteriores. El fin del mundo ha llegado recientemente
muchas veces: en dos guerras mundiales terribles que vivimos en el Siglo XX, en
los tsunamis de Tailandia (2004) y de Japón (2011), en las epidemias de gripe
aviar, en terremotos terribles, etc. Estos fenómenos siempre han existido: lo
que sucede es que ahora se COMUNICAN más y mejor y algunos interesados los
asocian a tragedias apocalípticas provocadas por la “mano de DIOS” o en todo
caso, provocadas por el maligno pero toleradas por Dios.
La difusión del APOCALIPSIS ha
dado origen a todo tipo de películas sobre el fin del mundo y un planeta Tierra
post-apocalíptico: catástrofes nucleares (El día después, la reciente Oblivion),
catástrofes medioambientales (Wall-E, 2012, Después de La Tierra),
extraterrestres (La Guerra de los Mundos, El día de la Independencia),
meteoritos o planetas (Impacto Profundo, Armageddon, Melancolía), virus
peligrosos, entre otros (Epidemia, la saga completa de Resident Evil) y por
supuesto, no podía faltar la temática del maligno (La Profecía, El Final de los
Días, etc).
Esto sin contar el Apocalipsis
personal que vive cada quien. Si me acerco más a lo local, puedo mencionar el de
los niños que perdieron a sus familiares en las lluvias y el deslave del Estado
Vargas, en Venezuela, en 1999. El de los familiares de los 21.000 muertos por
la violencia en Venezuela, en el año 2012. El Apocalipsis de los enfermos de
cáncer y sus familiares, el Apocalipsis de las parejas que se divorcian, el
Apocalipsis de los que pierden su trabajo, etc. Cada quien ha vivido su propio
Apocalipsis personal.
Hace unos meses vi Melancholia
(2011), un poema macabro sobre el fin del mundo, del danés Lars von Trier. Estuve al menos una semana profundamente deprimido. Un
planeta que da nombre a la película, que devora La Tierra inexorablemente. ¿A
dónde huir cuando no se tiene a dónde ir? Es el fin de todo, de la vida, del
AMOR, de los sueños. Y si no crees en DIOS, en la solidaridad, en el perdón, en la RESURRECCIÓN, es aún mucho peor: entonces nada tuvo sentido, ni lo que se hizo, ni lo que se dejó de hacer. Sin Dios y sin su amor, ni el dinero, ni el conocimiento ni nuestros logros tienen valor alguno.
Es por ello que el mensaje de la
Iglesia debe ser un mensaje de RESURRECCIÓN. Cualquier persona con tres o
cuatro décadas de vida a cuestas, puede decir que ha muerto y que ha
resucitado. La RESURRECCIÓN es el mayor acto de amor de CRISTO y es su regalo
para toda la humanidad.
Recuerdo una conversación con mi
padre, hace algunos años, en la cual conversábamos sobre la ocurrencia de la
vida. La VIDA se da en las condiciones más adversas. Basta que se acumule un
poco de tierra y algo de agua, con alguna semilla que caiga por casualidad y Ud.
verá que se forma una planta en las juntas de dilatación de un puente, en la
cornisa de un edificio, en el medio del asfalto. La vida y el amor, podrán
morir, pero siempre podrán resucitar. Y este es el MENSAJE que debe PREVALECER
en la IGLESIA católica: la vida, el amor, la esperanza, la RESURRECCIÓN.
Feliz semana para todos los
lectores y bendiciones para todos, en especial para los que están lejos y necesitan escuchar el mensaje de Dios.